Zodiaco Apotropaico Tropical
Video-installation
Variable dimensions
2019
Zodiaco Apotropaico Tropical
Video-instalación
Dimensiones variables
2019
Walter dice RRRR
Digital video
00:52
2019
Walter dice RRRR
Video digital
00:52
2019
Siamese Planets
Pink plaster, chain
103 cm x 108 cm x 18cm
2018
Planetas siameses
Video digital
103 cm x 108 cm x 18cm
2018
Las Kartashians
Altar: Wood, paint, crystal ball, electric candles
Tarot deck: digital print on paper, holographic laminate
105.5 cm x 85 cm x 118.5 cm
2019
Las Kartashians
Altar: Madera, pintura, bola de cristal, velas eléctricas
Baraja del tarot: impresión digital sobre papel, plastificado holográfico
105.5 cm x 85 cm x 118.5 cm
2019
La próxima semana
Video-installation
155 cm x 142 cm x 74 cm
2017
La próxima semana
Videoinstalación
155 cm x 142 cm x 74 cm
2017
My generation, which is most likely the same as yours, and turns out to be also María Luisa Sanín Peña’s, grew up in a rather particular political context. I would dare say that if you belong to our generation you were surely promised a golden dream, a product of the social mobility that your parents and grandparents had. The great promise of education, bilingualism and the internet would, in theory, grant us great opportunities in life. However, as we enter our 30s, the outlook is pretty bleak. The precarious employment that our fathers and mothers agreed to in the nineties under the promise of flexible work of neoliberalism in contrast to the rigid work of the Fordist capitalist model tells us every day that we live in the most predatory form of capitalism. On the other hand, we are faced with other painfully obvious phenomena: the environmental crisis that threatens to materialize soon and end the future of future generations, the city's abolition of the sense of collectivity and its transformation to individualism, the fierce movement of technologies and their relative accessibility, the political flow that fluctuates from the extreme right to a neoliberal progressivism that grants relative individual freedoms, the fierce wars fought by the central countries to grant a supposed democracy to peripheral countries with alternative government systems, and perhaps the most evident of all –our exposure to information produced by wearable technological devices, whose speed does not seem to give us a break from bad news or the market.
We are daughters and sons of the fall of Allende, who grew up in cities, we were necessarily bilingual, in language and culture, but unlike our mothers and fathers we have lived through neoliberalism heavily, which seems to be an eternal Mercury retrograde. Mercury retrograde is described by astrology as a temporary phenomenon determined by the backwards motion of the planet Mercury. Although this movement is characteristic of all planets, Mercury affects the human psyche, technology, and vital movements in a negative way. My generation, which is again Sanín Peña's, and perhaps yours, has a high affinity with astrology. The distribution of memes about the phenomenon rotates through our networks on a daily basis, preparing us for what is coming or justifying our behavior in it. The truth is that there is a loss of answers, an exhaustion in the search for alternatives to the violent system that governs us, and that any superior force provides more explanations than our context offers. There is also a problem of resemblance which vitalizes the mainstream interpretations of astrology: the cycles of capitalism, the constant crises that end up strengthening inequality instead of making the system colapse are similar to the cyclical and frantic nature of the supposed Mercury retrograde.
Sanín Peña shows us strange objects, with almost radioactive colors, whose textures and materials refer us to an aesthetic of the imaginaries of an Apocalypse drawn at the beginning of the 2000s. A science fiction scenario where Mercury has done his thing, a kind of pop pessimism that explores with the aesthetics of the internet the way in which astral movements position themselves as agents of the collapse of human society. There it seems that Mercury has accelerated the vitality of the objects that Sanín Peña presents, square and heavy television sets, cell phones and iPods from the generation of 10 years ago, which under the logic of the current market seem like extinct antiques. Toxic debris from a nearby past, destroyed by a televised prophecy.
If you belong to my generation, which is the same as that of María Luisa, the evocation of positivism that prevailed in our youth will have the same feeling of deep pessimism when seeing an installation and sculptural work that articulates programmed obsolescence with humor and colors, the circulation of information, the Kardashians, and the movement of the planets.
– Manuela Besada-Lombana
Mi generación, que es muy seguramente la misma suya, y que resulta es también la de María Luisa Sanín, creció en un contexto político bastante particular. Me atrevería a decir que si usted pertenece a nuestra generación muy seguramente se le prometió un sueño dorado, producto de la movilidad social que tuvieron sus padres y abuelos. La gran promesa de la educación, el bilingüismo y la internet nos otorgarían, en teoría, grandes oportunidades de vida. Sin embargo, ahora que nos adentramos en los treintas, el panorama es bastante desolador. La precariedad laboral que pactaron nuestros padres y madres en los noventas bajo la promesa del trabajo flexible del neoliberalismo en contraste con el trabajo rígido del modelo capitalista fordista nos dice cada día que vivimos en la forma más depredadora del capitalismo. Por otro lado nos enfrentamos a otros fenómenos dolorosamente obvios: la crisis ambiental que amenaza con materializarse pronto y acabar con el futuro de las generaciones que vienen, la abolición citadina del sentido de colectividad y su transformación al individualismo, el feroz movimiento de las tecnologías y su relativa accesibilidad, el flujo político que fluctúa de la ultraderecha a un progresismo neoliberal que otorga relativas libertades individuales, las feroces guerras libradas por los países centrales por otorgarle una supuesta democracia a países periféricos con sistemas de gobierno alternativos, y quizás lo más evidente de todo –nuestra exposición a la información producto de aparatos tecnológicos portátiles, cuya velocidad pareciera no darnos un respiro de malas noticias o del mercado.
Somos hijas e hijos de la caída de Allende, quienes crecimos en ciudades, fuimos forzosamente bilingües, en idioma y cultura, pero a diferencia de nuestras madres y nuestros padres hemos vivido con pesadez el neoliberalismo, que pareciera ser un eterno mercurio retro.
Mercurio retrógrado es descrito por la astrología como un fenómeno temporal determinado por el movimiento en retrogradación del planeta mercurio. Aunque este movimiento es característico de todos los planetas, Mercurio afecta la psique humana, la tecnología y los movimientos vitales de manera negativa. Mi generación, que de nuevo es la de Sanín Peña, y quizás la suya, tiene una afinidad alta con la astrología. La distribución de memes sobre el fenómeno rota por nuestras redes cotidianamente, preparándonos para lo que viene o justificando nuestros comportamientos en ello. Lo cierto es que hay una pérdida de respuestas, un agotamiento en la búsqueda de alternativas al sistema violento que nos rige, y que cualquier fuerza superior otorga más explicaciones de lo que ofrece nuestro contexto. Hay también un problema de semejanza que vitaliza la interpretación mainstream de la astrología: los ciclos del capitalismo, las constantes crisis que terminan por fortalecer la desigualdad en lugar de hacer al sistema colapsar se parece a lo cíclico y frenético del supuesto Mercurio retro.
Sanín Peña nos expone objetos raros, con colores casi radiactivos, cuyas texturas y materiales nos remiten a una estética de los imaginarios de una Apocalipsis dibujada a principios de los dos mil. Un escenario de ciencia ficción donde Mercurio ha hecho de las suyas, una suerte de pesimismo pop que explora con la estética del internet la manera en la que los movimientos astrales se posicionan como agentes del colapso de la sociedad humana. Allí pareciera que Mercurio ha acelerado la vitalidad de los objetos que presenta Sanín, televisores cuadrados y pesados, celulares y iPods de generaciones de hace 10 años, que bajo la lógica del mercado actual parecen antigüedades en extinción. Desechos tóxicos de un pasado cercano, al cual destruyó una profecía televisada.
Si usted pertenece a mi generación, que es la misma que la de María Luisa, la evocación al positivismo que imperaba en nuestra juventud tendrá la misma sensación de profundo pesimismo al ver un trabajo instalativo y escultórico que articula con humor y colores la obsolescencia programada, la circulación de información, las Kardashians, y el movimiento de los planetas.
– Manuela Besada-Lombana